Este ejercicio debía empezar con las siguientes palabras: "Hay golpes en la vida tan fuertes. Yo no sé…" y continuar (sin contar de manera explícita) el drama de un personaje. Este fue el resultado, para quien le apetezca. Es corto.
OTRA DE ESAS EXPRESIONES
Hay golpes en la vida tan fuertes. Yo no sé… no sé en que
instante me di cuenta de que no podría. Creo que fue justo cuando nuestras
miradas coincidieron.
Sé que me advertiste: “la última
será la peor”, “tendrás que demostrarme que ya estás preparado”, “cuando yo no
esté no será tan fácil; tan solo tendrás tus instintos, a un montón de tíos con
chapa dispuestos a ponerse otra medallita a tu costa, y a ti mismo”.
¿Qué crees, que no te escuchaba?
¿Que no te tenía presente?... siempre lo hice. Pero entiéndeme… ¡entiéndeme
aunque solo sea una puta vez! No se si eres consciente (creo que nunca lo
fuiste) de lo mucho que cuentan esos veinticinco años de ventaja que me llevas
de esa paz mental, de ese reposo interior que me prometiste. Aún no lo he
encontrado. No me siento uno con ese yo profundo del que me hablaste: es como
si solo me sintiera por fuera, y, solo a ratos, cuando estoy con ellas, parece
que la piel transpire y el aire entre en mis pulmones, y, de repente, dejo de
ser un maniquí (como los de los escaparates) y me siento alguien.
Lo único que puedo decirte, es
que no pude terminar el proceso. Lo intenté. Por orden, como siempre: poner el Wild World versionado por M.Big (recuerdo bien cuando me dijiste
que debía escoger una canción que me acompañara en mis momentos de
descubrimiento), despertarla, sacar la instrumentación, y disfrutar del
trabajo. Nunca había fallado hasta entonces, incluso me estaba empezando a
convertir en todo un conocedor de cada punto de inervación ¡hay tantos! ¡y a
cada cual más satisfactorio! Exploraba todas las posibilidades que me ofrecía
cada herramienta: tenazas, agujas, cinta, papel de lija… ¡me encanta el papel
de lija!... los restos de piel desprendidos en la carne viva… ¡uf! ¡qué puta
maravilla! ¡Me encanta, joder! ¡Pero no! ¡Joder! ¡Ella no!
No podía, no con ella. ¿Pero como
iba a poder después de hacerme tantas veces la vista gorda? después de hacértela
a ti casi toda tu vida… ¿cómo podría con alguien que se convenció de que Pooky
había desaparecido sin más? ¡Joder! ¿Cómo iba a poder hacerle eso a alguien que
me ponía los calcetines limpios en el mismo cajón en el que seguían las patas
del puto terrier hasta cinco años después? ¡No! ¡No era justo! Y me vale que
tuvierais vuestros asuntos, problemillas, lo que fuera… pero que yo tenga que
hacer tu trabajo por ti… ¡Joder, no es justo!
Así que simplemente lo hice rápido,
sin adornos, sin disfrutar. Y después, como de costumbre, ya sabes… “los cerdos
se lo comen todo Thomas” ¿No era así?
No me queda mucho más que
decirte. Intentaré empezar en otro lado, solo. Y por favor, no intentes
buscarme... no soportaría una más de esas miradas, de esas expresiones. No en
ti. Adiós.
Otra de esas expresiones by Francisco José Tamaral Sánchez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
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