16-09-2014
Quitar un comedero
No hay nada
más triste que quitar un comedero, nada más duro que volverse con la correa
como única compañía.
Ayer...
Ayer diste
el salto. Atravesaste la atmósfera directo al espacio, el cielo es para seres
más vulgares. Ayer cambiaste la
Tierra : por los anillos de Saturno, por el calor de Venus y
la distancia de Plutón.
Y hoy… aún con el reflejo del que
se gira esperando verte aparecer, añorando ver tú hocico en el reposabrazos del
sillón, echando de menos esa pose señorial (casi napoleónica) igualita a la de
tu padre. Aún hoy, casi rezando (como sólo un ateo o un agnóstico saben) por
encontrarte esperando un trozo de sandía que nunca podía negarle a esa mirada
de anciano venerable. Aún hoy, con el pellizco de tu ausencia acrecentando la
de otros que se fueron antes que tú. Hoy…
Aún hoy…
Tengo que soportar la presencia
de almas aviesas, enfermas y faltas de la misma humanidad que tú, y los tuyos,
sí teníais.
Hoy. Con ese vacío en el
estómago, con esa úlcera, del que siente que algo ha caducado (ya que el tiempo
no perdona) tengo que ver como un atajo de innombrables, berrean y vomitan
bilis de ignorancia, como esputan la locura del ser inhumano al paso de
personas que, hace tiempo, si comprendieron la humildad más sencilla, la
humildad del reino animal.
Hoy, aún con tu impagable
recuerdo en mente, me exaspero al ver como un tipo, individuo, lancero…
enarbola orgulloso un instrumento de muerte y tortura: ensangrentado,
alimentado hasta reventar, impregnado de vileza. Me indigno al ver como es
jaleado por una manada de paletos, como el “héroe” es recibido entre vítores.
Un “héroe”, no solo capaz de derrotar a un animal asustado, si no también muy
capaz de obviar toda compasión ante la vida, realmente capaz de escupir en la
cara de la belleza, extremadamente capaz de vilipendiar la vida. Siempre
amparado, por supuesto, en la sacrosanta tradición.
Pero lo mejor es que hoy, aún
hoy, tras solo unas horas después de iniciar tu viaje, de dejar de alegrar los
recodos de casa con tus poses y tus orejas en punta, aún hoy, te sigo
sintiendo.
En definitiva. Aunque te hayas
marchado dejándome: con los pies fríos, los ojos secos y el corazón cansado de
despedidas. El caso es que, hoy, aún hoy y para siempre, seré mejor persona,
seré un animal, un animal humano. Gracias a ti.
Te echaré de menos
償還 (REDENCIÓN) by Francisco José Tamaral Sánchez is licensed under a Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-CompartirIgual 4.0 Internacional License.
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