Extracto del Diario de Wilhelm Hoogenband Spitz, nadador y aventurero experto:
Día indeterminado, camino de mi isla-sueño. Reflexiones sobre nadadores de alta mar:
La mar profunda es una inmensa incertidumbre. Un conjunto de miradas en lontananza, hacia todos los puntos cardinales, con idéntico resultado: una imagen desoladoramente homogénea. Así pues, el objetivo inicial de todo nadador consiste en encontrar referencias sólidas que le hagan saber donde se encuentra, algo básico si pretendemos llegar hasta nuestra isla soñada.
Los demás nadadores pueden ser usados como referencia. No obstante, hay que tener mucho cuidado con este ejercicio, pues en demasiadas ocasiones será todo un acto de fe, concepto que asusta pues depende de factores externos a uno mismo. En mis andanzas, me topé con una enorme cantidad de individuos, nadadores de todos los estilos, que fui clasificando en mi diario como buenamente pude. Espero que este pequeño documento les sea de ayuda en su viaje:
- Boyas: son personas que no merecen el título de nadadores. Su vida transcurre en una constante flotación, por lo tanto, su camino viene marcado por el capricho de las mareas. Ellos mismos se exponen a esto, por obra y gracia de una exacerbada indolencia. A pesar de ello, son de gran ayuda, ya que se presentan como la mejor de las referencias vivas. Hasta de mal ejemplo puede ser útil uno.
- Buzos: estos pobres adoptaron verticalidad hace tiempo. Perdida la esperanza de divisar playa alguna, comenzaron un descenso hacia los fondos abisales, pensando así alejarse de las frustraciones del exterior. Su viaje, con frecuencia, es de no retorno. Los peligros submarinos son enormes: apnea prolongada, frío, falta de luz y desorientación. Es difícil verlos, pero si lo haces será por que aún están lo suficientemente cerca. Tiéndeles una mano y quizá el mar te recompense con un compañero de fatigas.
- Compañeros: todos aquellos que en un momento u otro compartan tu viaje y sus peligros. Sus isla-destino pueden ser la misma o diferente a la tuya; aun así, el compañero se define por ser un nadador constante que respeta nuestro ritmo de nado, haz lo mismo si quieres considerarte como tal. Puede que el tiempo, la casualidad y las constantes mareas traigan a ti un compañero tal que comparta contigo todo el camino. Aprende a diferenciarlo de los demás.
- Elementales: son un todo con el agua, inspiración y pura fuerza. Sus islas no existen por que son el camino, el océano en si. Nadie puede seguir su ritmo, sin ser uno de ellos ni haberse convertido ya en un tritón. No hay muchos nadadores así, siéntete afortunado cuando conozcas uno, y aprende, sobre todo aprende.
- Fondistas: de ritmo constante, los fondistas son nadadores de férrea convicción. Se pueden convertir en los mejores compañeros en caminos coincidentes; no obstante, su determinación en llegar a su isla-destino puede ser tal, que no dudarán en dejar nada, ni a nadie, atrás, por conseguir completar su viaje.
- Ladrones de impulso: en varias ocasiones me he topado con estos avispados y oportunistas truhanes. Son metamorfos, ladinos y traicioneros, que aprovechan su capacidad para disfrazarse de otros tipos de nadadores. En cuanto puedan aprovecharán tu guardia baja, usarán tu cuerpo de impulso o ahorrarán esfuerzos colgados de tus piernas. Sáltales un par de dientes y aléjalos de ti.
- Lastres: Los lastres ralentizan constantemente el avance de los demás. Téngase en cuenta que determinadas relaciones de compañerismo, como por ejemplo: fondista y velocista, puede desembocar en la génesis de un lastre. Así pues, un lastre no solo puede ser un tipo específico de nadador, si no también, una consecuencia lógica de una relación de compañerismo entre nadadores de estilos contrapuestos.
- Navegantes: aunque parezca de Perogrullo, los navegantes no nadan, navegan. Esto se debe a las facilidades que han tenido desde sus inicios, puede ser que la mano guía se excediese en sus labores de protección, o bien, que tuvieran la suerte de encontrar una barca a pocos metros de la playa. Un navegante no tiene por qué saber nadar. Aquellos que han aprendido son mucho más aconsejables como compañeros, puesto que comprenden nuestra situación ante el océano; sin embargo, un navegante que nunca haya aprendido a nadar, suele tener una actitud distante y poco colaboradora con el resto de nadadores.
- Remolinos: vueltas, vueltas y más vueltas. Los remolinos no saben donde van, puede que por falta de orientación o de decisión. Lo que sí es cierto, es que pueden ser perniciosos, ya que en su caótico nado generan corrientes de agua peligrosas. Apartarse de ellos es el remedio más fácil para no meterse en problemas, aunque también se puede optar por ayudarles a elegir una dirección, depende de ti.
- Vampiros mentales: pueden ser vampiros activos o pasivos. Los vampiros mentales activos son individuos malvados en esencia; seres egoístas que hacen lo posible por embaucar a otros nadadores y usarlos en función de sus necesidades. Por el contrario, los pasivos no tienen esa intencionalidad, aunque el resultado termine por ser el mismo. No dejes que nadie absorba tu energía y detenga tu nado.
- Velocistas: es difícil coger a uno de ellos en velocidad, pero si le sigues un rato, sin detenerte, a tu ritmo, finalmente lo alcanzarás. No creo que sea la mejor manera de llegar a tu isla-destino. Sin embargo, hay gente que no conoce otra manera.
Esta historia se me antoja una lanchita sin frenos. Has lanzado un anzuelo desde popa y como un pececillo tonto, he picado.
ResponderEliminarYa te vale...
y luego están los pescadores... que intentan que piques en el anzuelo una y otra vez. Son difíciles de pasar inadvertidos poque te iluminan con un jugoso manjar, sólo los prudentes y constantes en su nado son capaces de no picar.
ResponderEliminar_Gala_