miércoles, 23 de marzo de 2016

Micro relato. ÉL





Él
Ya liberado del alzacuellos, la sotana y los calzoncillos, apuro el vino sobrante de la homilía. Abro la biblia y leo en voz alta: «Busquen, como los niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por medio de ella crezcan y sean salvos, si es que han probado ya la bondad del Señor. 1 Pedro 2:2-3 RVC».
Él me espera en una esquina; con su mirada en oblicuo, perdida, mucho más allá del enlosado de la sacristía al que apuntan sus ojos.
Me acerco y le susurro:
—¿Sabes que toca, hijo?
—¿Honrar a dios...?
—Así es.

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