jueves, 9 de abril de 2015

¿CÓMO DESPEDIRSE DE GUILHERME CUNHA GOMES?





              En este ejercicio debíamos utilizar la foto para describir, desde el punto de vista de un familiar, al tipo de la foto. Este es el resultado de mi ejercicio


¿Cómo despedirse de Guilherme Cunha Gomes?


Ejercicio nº 1 de liberación post-duelo.
Especialista: Doctora Laura Sánchez Aveiro
Paciente: Thiago Cunha Enriques
Datos anexos: El difunto murió de forma violenta en el ejercicio de su profesión como historiador de la LHIS*. El último recuerdo para el paciente, su progenitor, es una última instantánea tomada (en modo contextual, y por tanto, en B/N y de calidad reducida) en su último viaje.

***

Me han dicho que escriba, que escriba sin parar, que no omita nada, que me vacíe. ¿Sabes lo que me cuesta? me cuesta mucho, horrores, pero tengo que intentarlo.
Poco y tanto a la vez, eso es lo que me queda de ti, Guilhe, pequeño valiente. Poco… por lo súbito de tu desaparición (escasos segundos después de esta maldita foto), poco, porque no podré llorar tu cuerpo, ni siquiera metamorfoseado… tal como te pidieron para la dichosa misión. Hace solo un día… hace ya más de doscientos años. Y tanto… ¿sabes?, también me queda tanto de ti… por las innumerables virtudes que desde tu infancia te observé, y observaron… no solo yo (por desgracia). Malditas ratas de la LHIS. Tanto… por tu determinación, por tu compromiso con tus ideales (también míos, yo te los contagié, es mi culpa). Nunca fuiste del todo un chico de tu edad, y me duele… me duele tu falta, pensar que podría haberlo evitado, me duele, pero a la vez me siento orgulloso, deberías saberlo. Es tan difícil. Me quema por dentro… pero más que fuego son brasas.
¿Sabes? Un padre nunca debería incinerar a su hijo. Menos aún, ni siquiera no poder hacerlo, menos aún, despedirse de esta forma. Es duro tener solo una fotografía como esta para despedirse…………….................................................................................................
…………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………………. no se cuantos puntos llevo ya, esperando que alguien venga y me diga que es mentira, que alguien venga del pasado, que alguien me diga que hay futuro para ti. No llegará.
¿Sabes?, me acaba de salir una estúpida sonrisa al imaginarte (ya solo me queda eso), al visualizar como debiste resoplar al verte al espejo ese día, resignado ante ese bigote dictatorial, ridículo en dimensiones comparado con esa voluminosa nariz. Tocándotela, considerándola al menos una buena sujeción para esos anteojos de época (siempre fuiste bastante práctico). Evidentemente, no reconozco ni esa tez bronceada, ni ese porte que parece decir “¡una porción de pastel de batata y una de costillas con salsa barbacoa!”… aunque quizá exagere, quizá, simplemente, te dieron un abrigo que te iba demasiado justo. Pero acostumbrado a verte: tan canijo y achaparrado, tan claro de piel… tal como eras… es difícil reconocerte ahí, pero aún así sé que eres tú. Te distinguiría entre mil cuerpos y mil imágenes, hasta de espaldas.
Repaso tu expresión una y otra vez… Lo sabías, iban a por ti. Solo dos veces antes vi esa mirada en ti. Esa mirada tuya de “ahora sí te necesito”, “ayúdame”, “se me escapan… mis sueños se me van”. Eras orgulloso y nunca pedías ayuda hasta que no veías como la proa del barco estaba a punto de hundirse ¿todos tenemos defectos, no? Recuerdo el día que volviste contrariado de tu prueba en la LHIS (creo que eras el único que no estaba seguro de que las superarías), y recuerdo el día que Antonella se fue (me gustaba esa chica para ti), recuerdo tus palabras de joven sabio: “no puedes interponerte en los sueños de una persona, más aún si uno de los tuyos es su felicidad”. Siempre fuiste noble, y justo.
Si pudiera regresar y educarte de la misma manera, de la misma forma, pero sin hablarte con tanto énfasis de la escisión europea, de lo que supuso para nuestro pueblo… quizá… quizá si no me hubieras sentido toda tu vida, tan indignado, tan preocupado porque entendieras la magnitud de las tropelías que cometieron las naciones del Norte con nuestro pueblo. Si pudiera lograr que nunca hubieras sentido tal afinidad por la lucha de todos los hermanos del Sur. Pero es imposible. Simplemente imposible. ¿Recuerdas aquellas estúpidas películas del siglo XX, aquellas en que toda alteración en el pasado cambiaba el presente? ¡Qué risas! Que pena que todas aquellas absurdas teorías se vinieran abajo con los descubrimientos de aquel científico albanés. Recuerdo como me explicabas algunos de esos conceptos tan complejos con una simple pizarra holográfica: “¿Ves esta línea temporal? Si cambio algo se creará otra, pero la primera no dejará de existir. Si quieres cambiar de realidad eres tú quien debe moverse. Aunque poder generar otras líneas da miedo, es mucho poder”. Tú no querías eso, solo querías registrar la verdad, in situ, y la verdad es más valiosa que el oro, el coltán, los diamantes… y que la vida (añadías siempre tú). Solo quién posea la verdad podrá ver desde la perspectiva correcta, algo que también piensa la Liga Norte, una máxima que no perdona. Sabréis de mí… antes o después… no quedará en nada, lo juro.
Lo sabías, te diste cuenta, iban a por ti. Esos androides XV2-Temp-2 son muy efectivos, me dijiste (y no te equivocabas). Imagino (no me queda otra) que no te dieron tregua, que estabas sentenciado, y que debías mandar un último mensaje. Estoy seguro de que metiste tu mano en el bolsillo y activaste el nanodrón remoto para que tomara una instantánea frontal y la reportara a la unidad central de la LHIS. En tu mirada iba una despedida, la certeza de un fin cercano, lo puedo ver. Los puedo ver: observando atentos, disimulando, perfectamente mimetizados con el sórdido ambiente del Chicago de los 29, anodinos, perfectos en sus papeles de viuda anciana y respetable hombre de negocios abocado al suicidio. Clavaron sus registros de imagen en el nanodrón, después en ti… seguramente algo más…
Siento no haber estado ahí para ti, pero se que es lo que querías: no necesitarme, no necesitar nada de lo que no pudiera proveerte tu propio espíritu aventurero y tu ansia de justicia, de iluminación. Me duele cuando pienso que has acabado siendo un cadáver anónimo, un cuerpo no reclamado en la morgue (hacerlo sería un movimiento estratégicamente erróneo, cosa que desaprobarías), me duele saber que acabarás en cualquier fosa común lejos de aquí, lejos de ahora. Nadie hará nada por recuperar tu cáscara, tú lo considerarías innecesario, y lo respeto… es comprensible. Lo importante es la historia, la verdad, tus únicos y verdaderos amores… lo siento, creo que no puedo más, no por hoy, no puedo hijo mío… hasta mañana, hasta ayer, hasta siempre.

***

*LHIS: Liga de Historiadores Intertemporales del Sur.



No hay comentarios:

Publicar un comentario