sábado, 19 de julio de 2014

FIN (relato de un sueño)





      Hoy me desperté tras tener un sueño, y tuve que plasmarlo en papel... supongo que a caballo de lo que soñé, lo que creo que fue, y lo que pensé al despertar. Esto fue lo que surgió de ello. No tardé mucho, escuchar mientras varios temas de Vast me sirvió para plasmarlo. Creo que el sueño fue más o menos así.



      FIN (relato de un sueño)


Llevaba corriendo ya treinta largos segundos. Solo hacía un minuto hablaba: de política, del tiempo, de ética, de sí mismo y de nada a la vez.

Solo hacía medio minuto que el cielo empezó a abrirse, veintinueve segundos que decidió no perder más tiempo allí y veintiocho que se dio cuenta de que todo estaba cambiando, de que algo iba muy mal.
Hace ya una eternidad de veinticinco segundos que infinidad de tonos violáceos y malvas se arracimaron a una velocidad de vértigo en el cielo, que las nubes comenzaron a dispersarse como en una cámara rápida de un documental de naturaleza y que, tras un giro de cuello, observó como una oscuridad creciente se mecía lejana, pero inevitable, en las alturas.

Hacía ya quince segundos que empezó a ser consciente de su soledad, de que no quería estar solo. Quince segundos en los que no paró de correr hacia casa mientras todo cambiaba alrededor, quince segundos en los que, a cada zancada, le era revelada una verdad: ya no habrá más koalas, más perros, más noches, más despertares, más miradas entornadas, más sabores y olores regalando sus sentidos. Ya no podrá decirle todo aquello que le transmitía su sonrisa, compartir sus confidencias, ya nunca sabrá lo lleno que le hacía sentir. Todo se quedará en el limbo de lo callado.

El cielo comenzó a plegarse en una inexplicable contorsión y, de repente, lo entendió... no habrá más futuro ¿acaso lo hubo alguna vez?
Se detuvo a observar, a disfrutar del último gran espectáculo, a sentir los extraños chisporroteos en el aire, a notar el olor cada vez más denso a ozono, incluso a disfrutar del creciente terror a tan traumático cambio. Junto a él, miles de almas alzaban la vista para ver como ese punto oscuro se hacía cada vez más y más grande, ineludible, acompañado de un sonido penetrante, cada vez más agudo.

Arrodillado, con la vista alzada y cuando el comienzo del fin es más que patente, empieza a disfrutar: de sus lágrimas, de su miedo, de sus vísceras, de la tierra que toca con sus manos, aferrando los segundos, deseando que el dolor permanezca en sus oídos, enamorado de cómo el aire empieza a faltarle, de cómo su cuerpo reacciona por recuperarlo, prendado de cómo su estómago le reclama aún el desayuno que no tomó por las prisas esa mañana. Consciente de su existencia hasta el final.

Solo hacía unos minutos nada de eso importaba y ,ahora, que todo importa, el cielo se rompe y el presente se quiebra.

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